Cuando estés seguro de haber dominado los primeros pasos puedes pasar a la siguiente etapa. El objetivo es ahora eliminar las paradas tras cada vuelta de pedal y conseguir fluir, siempre de la mano de tus compañeros.

Los compañeros

Como siempre, necesitas quien te eche una mano. Si realmente has dominado los pasos previos, ahora seguramente necesitas sólo una persona que te de la mano, y no tiene que hacer mucho esfuerzo para ayudarte a mantenerte sobre el monociclo.

Sube y ponte cómodo

Igual que en los ejercicios anteriores: sube, con la ayuda de tu compañero, asegúrate de que las bielas estén horizontales, ponte cómodo, y repasa tu postura. Asegura el equilibrio.

Pedalea seguido

Sylvia de la mano, pedaleando seguido. Una vez estés estable empieza a pedalear, esta vez sin parar. El compañero te tiene que ayudar a que no te caigas de lado, pero el equilibrio adelante y atrás recae en ti.

La velocidad y el equilibrio

En esta etapa comprenderás mucho más claramente el equilibrio del monociclo en marcha: cuando caes hacia adelante, pedalear ligeramente más deprisa llevará el monociclo debajo tuyo y recuperarás el equilibrio; cuando caes hacia atrás, pedalear ligeramente más despacio hará que te vuelvas a poner sobre el monociclo.

La clave está en conseguir que la velocidad de pedaleo sea tal que el monociclo esté siempre debajo tuyo; ligeras variaciones en velocidad te permitirán corregir tus oscilaciones adelante y atrás.

La postura

Concentrate en que tu postura sea correcta. Mucha gente tiende, en esta etapa, a inclinarse hacia delante: evítalo. Tienes que ir erguido y elegante, mirando al frente. No mires nunca la rueda. Pídele a tus compañeros que te lo recuerden, porque ellos lo ven mejor que tú.

Es muy posible que te parezca que vas perfectamente bien, y tus compañeros te digan que parece que estés buscando setas frente a la rueda. Cuando la postura es correcta y vas erguido la tija del sillín está vertical: pídele a tus compañeros que la controlen.

Hasta cuándo

Como siempre, no te conviene tener prisa. Practica hasta que te resulte natural pedalear seguido, exigiendo muy poco de la mano de tu compañero, y cayéndote pocas veces. Lo notarás: tienes que estar cómodo.

Y empieza a soltarte

Cuando puedas pedalear seguido sin darle mucho trabajo a tu compañero, y te sientas cómodo, puedes empezar a soltarte.

Da una palmada

Una buena forma de hacerlo es dar una palmada, y volver a coger la mano del compañero. Es fácil que tiendas a dejar de pedalear mientras das la palmada: es importante que sigas pedaleando.

Cuando recuperes la mano del compañero sigue pedaleando, con aquella naturalidad; después de unas cuantas vueltas, vuelve a soltarte, da otra palmada, y recupera la mano de nuevo.

Varias palmadas

Pronto empezarás a atreverte a dar dos palmadas, y después tres. No corras: no se trata de dar muchas palmadas, sino de estar cada vez más rato sin apoyo antes de volver a recuperarlo.